En la frontera del retoro ausente
mueren cartas como palomas que cayeron extenuadas después del
primer vuelo a contra viento.
Y están allá,
con las cartas aun no inscritas,
las esquelas blancas como el pelo del tiempo que pasa.
atropellando vida y muerte,
naciendo sonriente,
muriendo muchas veces.
Los frijoles dejaron de expandir su aroma de longanizas.
La playa cansada cuelga los soles estivales en la cuerda del
ocaso rojo y fulminante
Las cartas como palomas que cayeron
guardan el secreto de no haber sido escritas cuando se esperaron.
Paris tanto, tanto….
Montreal del día tal, de tal año…
Mirando de reojo los aeropuertos por si tal vez un día….
La calle llena de obreros los trae entre las multitudes.
Desde todas las ausencias os busco en cada maleta de viajero.
Conversando con los muros, apretando sus cristales
que fueron arquitecturas de lágrimas olvidadas…
Porque los príncipes de las esperas no deben llorar.
Santiago Oeste os aguarda con sus ferias libres y sus trenes.
El barrio norte de Concepción abre sus universidades
junto a buzones insolentes.
A todos nos cuesta ver las estrellas.
Todos los sueños son construidos
con la plasticidad de nuestros músculos.
También supe de exilios interiores.
Cada paso que os habéis dado es certero.
No hay otro sueño que el amor por amar,
repartir las castañas de un sur ajeno donde
no encuentro vuestros ojos de septiembre.
No volverán,
es cierto,
aunque las mamparas de los cristales bruñidos queden juntas,
rajadas por la luz del tiempo y del espacio.
No volverán, digo,
sin dormirme en la espera;
con una lámpara de media luz cerca de las pupilas,
o cinta amarilla en las casas abandonadas.
-¡Os he buscado!-
En las calles llenas de obreros transitando,
mas allá de la revuelta universitaria.
-¡Os he buscado!-
A los ríos del país les he preguntado por
vuestro portafolio de cuero café,
por los lápices de tinta verde,
por las alpargatas azules.
La radio Magallanes deslizándose en el dial.
Las trenzas inocentes de azúcar y pan.
Os he buscado como galgo perdido entre
brumas de asfalto milenario.
-¡Os he encontrado
en la mas fría de las indiferencia!-
Bajo las boreales nevazones,.
en los esteros del olvido.
Un silbo extraño dice…
-¡Soy tu hermano!-
Cuando se preparan mesas para mi
los manteles dibujan música en vuestros nombres!
Os he abrazado
en las formalidades de las salutaciones y los adioses,
junto al arroyo magistral de la sangre;
ahí estuvieron las manos ausentes
cuando se necesitaron urgente las caricias.
1996 (Leído y llorado en el Grupo Fuego de la SECH)