Llamado a ser en el dulce grito del amor vi la luz del día con el dolor de mis ojos. Dificultosamente comencé el canto y no lo he dejado.
Como los juglares entonando letras en cada rincón del mundo, un diálogo en voz media con tantas declinaciones. La conjugación de la vida así lo exige.
Acostumbrar el canto con oficio, canto interno de oración, constantemente… como elevándome para llegar un día a cantar al son del mismo Dios.
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