-¿Por qué no dejaste florecer al hombre en Septiembre?-
Permitidle el aire, el río, la tierra.
Coloca la luz del sol en sus manos.
Enséñales las risas de sus hijos.
Decidles como es un árbol,
Que su espera no golpee al porvenir.
Porque el día vendrá,
el día color naranjas;
ese día olerá a rosas
y la sencillez será traje de domingo.
-¡Permitid el septiembre del hombre
Para que encuentre consuelo!-
Entonces pensando profundo, profundo;
encuentre su estación en una caricia tierna.
Entonces, solo entonces dejaré de preguntar:
-¿Por qué no dejas florecer al hombre en Septiembre?-
Devuelve risa al encanto.
La primavera debe sembrar sueños:
Las ganas de amar, su luz por besar.
1980
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