Sonrío con
tus hijos corriendo en casa.
Saltando
como delfines la alberca.
Su mirada
es la arquitectura de tus ojos de luz
Corren
hasta encontrar mis manos
Miro canas
en el espejo mientras tus niños crecen.
Soy un
abuelo que salió de la nada.
Porque mi nunca me llamaron a tal hora.
Llegué a
contemplar sus risas.
Nadie soy,
pero los amos.
Ellos
llegaron a mis manos de playa.
Soy arena
gris donde corren, saltan. .
Un carnaval
de cielo, azúcar y miel.
Pasan los
años, entran y salen por la puerta.
Mi amor les
recibe y se va con ellos por todas las calles.
Me pierdo
en oración junto a ellos para que no me vean.
A veces
solo yo me veo tras de un árbol robándoles una sonrisa.
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