No barras
mi jardín.
Borrarás
las huellas de los que han pasado.
Las azules
alpargatas de mi madre.
O las
ojotas de gomas con que mi papá regaba.
Deja que
solo el viento se encargue de las hojas.
No hay
otoño que haga olvidar la niñez.
El dulce
durazno perfumado.
O la sombra
del vergel.
Deja tu
escoba colgada-
Solo camina
si quieres ayudar.
Se pétalo y
porcelana.
Y el pájaro
que ha de cantar.
Las pisadas
que nadie recoge.
Son las
mismas que harán retornar.
De
recuerdos moldea el futro.
Las albas
dulces por comprender.
sábado,
23 de mayo de 2015
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